Friday, July 31, 2009

FARMACOS BIOLOGICOS Y NEUROLOGIA


Cuando hablamos de biotecnología hay quienes piensan en el futuro, pero en los últimos años se ha podido conocer más acerca de los mecanismos que causan las enfermedades inflamatorias. Además de este adelanto en el conocimiento de estos fenomenos, la tecnología ha permitido crear una serie de sustancias biológicas –o proteínas- que actúan directamente en esos mecanismos.
Los medicamentos biotecnológicos representan el 20% del total de medicamentos disponibles en el mercado y el 50% de las nuevas moléculas en desarrollo
Un biofármaco es un producto medicinal que consiste de una proteína y/o un ácido nucleico. Los biofármacos pueden considerarse medicamentos críticos pues se utilizan para mejorar y salvar la vida de pacientes con enfermedades crónicas discapacitantes que en algunos casos pueden resultar mortales. Actualmente los biofármacos se usan para tratar varios tipos de cáncer, enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoidea y la esclerosis múltiple, y enfermedades degenerativas como el Alzheimer.
Los biofármacos constituyen un gran y creciente porcentaje de los medicamentos que están siendo desarrollados. Según la base de datos de Pharmaprojects, se estima que hoy en día más de 1000 medicamentos biológicos están en la fase preclínica de investigación. Estas innovaciones incluyen productos oncológicos, anticuerpos monoclonales para tratar enfermedades inflamatorias, medicamentos para condiciones crónicas como la diabetes y la obesidad, y enfermedades neurológicas como el mal de Parkinson.
Podríamos explicar que las células que hay en las estructuras inflamadas fabrican sustancias llamadas citocinas (o citoquinas). Estas sustancias las tenemos todas las personas, incluso las sanas.
Pero cuando hay un gran número de ellas, causan inflamación y daño en los tejidos. Son, en definitiva, responsables de los síntomas de la enfermedad. Una de estas sustancias, posiblemente la más importante –pero hay otras, todavía no tan estudiadas- es el factor de necrosis tumoral, conocido como TNF.
El conocimiento de la responsabilidad de estas citocinas en la inflamacion ha hecho que se investiguen y se creen nuevos fármacos, llamados anti-TNF. Son los llamados fármacos biológicos.
Las dos principales citocinas, sobre las que actualmente se dirigen estos fármacos, son el factor de necrosis tumoral-alfa (TNF-a) y la interleucina 1 (IL-1), si bien existen otras muchas moléculas implicadas, y sobre las que se están investigando nuevos tratamientos.
Las últimas recomendaciones de expertos establecen que se debe iniciar un tratamiento biológico cuando la inflamación se mantiene activa a pesar de un tratamiento previo adecuado con al menos un fármaco antiinflamatorio o inmunomodulador que son los medicamentos clásicos en este tipo de enfermedad.
Las terapias biológicas han demostrado ser capaces no sólo de inducir la remisión de los síntomas de las enfermedades inflamatorias, sino también de frenar la progresión de la misma.
Como cualquier otro fármaco, presentan efectos secundarios, aunque no siempre y no igual en todos los pacientes. Pueden ir desde infecciones respiratorias, en la piel, infecciones por virus, lesiones cutáneas, alteraciones pulmonares y hematológicas o aumento transitorio de las enzimas hepáticas.
Nuevos consensos considera la posibilidad de que pacientes con enfermedades autoinmune con mal pronóstico de inicio, puedan comenzar directamente con terapia biológica. Y si es posible asociado con metotrexato, para evitar formación de anticuerpos, en especial en artritis.
De los principales inconvenientes de los fármacos biológicos es su elevado coste, pero esto se ve equilibrado por los beneficios producidos en el paciente en términos de menor incapacidad y reducción en el número de intervenciones medicas al año.Por el momento y dada la poca experiencia en el tiempo en la utilización de estos fármacos (infliximab, HuMax-IL15, adalimumab, abatacept, rituximab, etanercept, MRA (IL-6R), anakinra), los expertos no pueden predecir con total certeza ni la respuesta a los tratamientos ni su toxicidad. No obstante, dada su eficacia, la tendencia es a utilizar los fármacos biológicos de forma más precoz en el tratamiento de las enfermedades autoinmune y ampliar su rango de uso a otras enfermedades de tipo autoinmune, inflamatorio y degenerativo, alcanzando los últimos años este beneficio a la Neurología en enfermedades como esclerosis múltiple, enfermedad de Alzheimer, el mal de Parkinson, y otra menos frecuente como el Síndrome de Vogt-Koyanagi-Harada, con el que nos hemos hecho una experiencia en el uso de fármacos biológico aquí en Chillan.

Monday, July 06, 2009

La Melatonina

La glándula pineal está formada por fibras nerviosas simpáticas que transmiten la información lumínica captada por la retina. Ella se activa y cuando no hay luz produce la melatonina, que se dice regenera las células, regula el sueño y disminuye el estrés.
Esta claro si, que esta neurohormona es un transductor neuroendocrino del ciclo vigilia sueño. Su secreción aumenta con el inicio de la oscuridad, alcanzando su máximo en la mitad de la noche y cayendo abruptamente al amanecer, indicando tanto el comienzo y la duración de la noche, como la luminosidad de las estaciones del año. Así el ritmo diario de melatonina es una señal biológica de tiempo, es decir, permite al individuo ajustar sus funciones fisiológicas al ciclo luz-oscuridad reinante.
La identificación de receptores de melatonina en una diversidad de tejidos en humanos y en animales ha estimulado la búsqueda de otras funciones fisiológicas de la melatonina. Recientemente se ha evaluado su posible regulación de la producción de esteroides (cortisol). La melatonina actúa a través de 2 receptores llamados MT1 y MT2. En la glándula suprarrenal la melatonina inhibe la expresión de genes circadianos y también la producción de cortisol estimulada por ACTH.
Los ritmos circadianos de melatonina y de cortisol en plasma tienen fases opuestas, es decir el alza nocturna de melatonina coincide con los valores bajos del ritmo de cortisol y viceversa. Por otra parte, la supresión aguda de melatonina producida por una breve exposición a luz brillante al final de la noche se asocia con un alza brusca del cortisol plasmático y salival.