La gran mayoría de los ACV isquémicos,
aproximadamente el 80%, son producidos como consecuencia de un proceso oclusivo
aterotrombótico o tromboembólico, por lo que en teoría la recanalización
expeditiva de la arteria cerebral ocluida podría limitar la extensión de la
lesión. Históricamente, los trombolíticos fueron usados a finales de los años
50 para el tratamiento de ACV isquémicos y se realizaron numerosos estudios con
reducido número de pacientes. Sin embargo, estudios clínicos y experimentales más
recientes , empleando controles angiográficos, demostraron que la recanalización
de oclusiones agudas en el territorio carotídeo y vertebrobasilar pueden ser
obtenidas con trombolisis e.v. dentro de las 4.5 primeras horas del ACV.
Sin embargo, la actitud más unánime repite la
historia de la trombolisis en el INFARTO CARDIACO: tratar de evitar pérdidas de tiempo y no
restringir este tratamiento a centros con alta tecnología. De esta forma, lo
más prioritario es realizar un gran esfuerzo educacional a fin de generar un
cambio radical en los hábitos de manejo, hasta ahora más bien pasivos, de estos
enfermos a nivel de equipos de emergencia, áreas de urgencias, de neurología y
de cuidados intensivos, que conduzca a un acceso hospitalario precoz, con
prioridad para realizar TAC y con facilidad de ingreso en las UCIs.